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Entonces yo agarro y la engancho de nuevo para afuera, para mi lado, como para meterle un derechazo cruzado, al segundo palo, a la ratonera. ¡Si habré hecho goles así!” de Memorias de un wing derecho, del genial Roberto Fontanarrosa.

El fútbol está plagado de momentos sublimes que circunstancias extraordinarias hicieron históricos. Goles que trascienden a sus autores y que se hacen eternos. Goles que son imágenes de quienes los conquistaron hasta que despegan de ellos y se convierten en recuerdos propios de miles de hinchas, que los veneraran por siempre.

La selección de algunos de esos goles, que hicieron enrojecer la garganta a cientos de miles y enmudecer a otros tantos, necesariamente es subjetiva, estimado lector. Es imposible abarcar en una nota tanta emoción, alegría y recuerdos imborrables. Quizás estos que narro aquí hayan sobresalido por haber tenido una gran cobertura, por el marco en el que fueron convertidos, pero no quiero decir que los que son imperecederos en su memoria, sean menos importantes que estos. 

  • Gol de Diego Maradona a Inglaterra

El gol del siglo fue en cuartos de final de México 1986, en un partido jugado contra Inglaterra, el 22 de junio del año 1986, en el Estadio Azteca de la Ciudad de México ante 114.580 aficionados.

En el minuto 55, empezando dentro de su propio campo, Maradona eludió a 6 jugadores ingleses (Hoddle, Reid, Sansom, Butcher, Fenwick y al arquero Shilton), antes de marcar el gol. Este tanto es en sí mismo un monumento, la carrera del 10 duró veinte segundos, eternos, gloriosos. De contener el aliento y al fin explotar y caer rendidos ante semejante muestra de talento.

Ciertamente Diego debe haber recordado, cuando enfrentó al arquero, una jugada similar ante el mismo rival pero en Londres, y que en lugar de gambetear a Shilton, prefirió patear y el tiro salió desviado. En fracciones de segundo esta vez eligió bien y su gol viajó a la gloria.

  • Gol de Aldo Pedro Poy a Newell’s


El 19 de diciembre de 1971, Poy disputó la recordada semifinal del Torneo Nacional de AFA en el Estadio Monumental frente a su clásico rival: Newell's Old Boys. Allí, Rosario Central venció por uno a cero a su rival de siempre, con un recordado gol suyo de palomita. Así, Rosario Central se clasifica para jugar la final del torneo argentino, donde tres días después se consagraría campeón por primera vez en su historia.

La palomita de Poy pasó a la posteridad, “fue un centro desde la derecha y a la carrera del Negro González. Como vi que no llegaba con el pie, me tiré y la calcé de lleno con la cabeza” recuerda una y mil veces Aldo Pedro. Tan grabado en la historia quedó, al punto de conmemorarse cada 19 de diciembre, con el jugador reviviendo en distintos escenarios el memorable gol “canalla” rodeado de hinchas y simpatizantes, que por su edad solo vieron estas representaciones. Ese día puntual, se recrean esas acciones (donde el propio Aldo Poy reproduce la jugada para volver a marcar) y todos los presentes gritan una vez más ese histórico gol. En 1997, la palomita viajó a Cuba, en donde en la reinterpretación del mítico gol, participó Ernesto Guevara, hijo menor del Che, quién fuera hincha célebre de Rosario Central.

  • Gol de Bochini a la Juventus

El 28 de noviembre de 1973, en Roma la ciudad eterna, Independiente, Campeón de América, disputó la final de la Copa Intercontinental frente a la Juventus, en el estadio olímpico de esa ciudad.

Dos jóvenes promesas del club de Avellaneda, Bertoni y Bochini, en un partido cerrado ante los turineses, construyeron una pared que solo los elegidos pueden hacerla, que el “Bocha” definió de cucharita ante la salida de Zoff. Fue una jugada brillante, de las que había inculcado Don Pipo Ferreiro, el entrenador del “Rojo”. El gol de Bochini no solo se convirtió en un hito por el título obtenido, sino también por ser un símbolo de la escuela futbolística de Independiente, que de esta manera cimentó el mito del Rey de Copas.

La curiosidad es que este hermoso gol, no se había podido ver porque no hubo televisación en esa época, salvo en una proyección posterior en el Teatro Roma de Avellaneda. El video que hoy se puede ver fue tomado de esa película y hoy la pueden disfrutar todos los hinchas de Independiente.

  • El gol del Chango Cárdenas al Celtic

El día 4 de noviembre de 1967 fue y seguirá siendo un día inolvidable en la historia de Racing Club y del fútbol argentino todo. Fue el de la consagración del equipo de Avellaneda como Campeón del Mundo, siendo el primero de nuestro país en obtener ese logro.

La edición de la Copa Intercontinental del año 1967, tuvo como finalistas al Celtic de Glasgow y a Racing Club. Se disputaron tres partidos, el primero de ellos en Escocia, donde el triunfo le correspondió a los locales por 1 – 0. La revancha fue para Racing, el recordado “equipo de José” llamado así por su mítico entrenador José Pizzutti, se impuso por 2 – 1 e hizo necesario la disputa de un tercer partido en escenario neutral.

Por razones de tiempo, costos y distancias; el tercer cotejo se disputó en el estadio Centenario de Montevideo. El partido fue áspero y jugado a cara de perro, por lo que el árbitro paraguayo, Rodolfo Pérez Osorio, tuvo que expulsar rápidamente a Lennox, Alfio Basile y Johnstone. Ninguno de los dos equipos regalaba nada, por lo que las acciones sólo podían definirse por una genialidad de alguna de las individualidades. Y esa fue la de Cárdenas, más conocido como el “Chango”. El delantero recibió el balón de Juan Carlos Rulli y, desde 30 metros, sacó un soberbio remate de zurda que se coló de manera espectacular por el ángulo derecho de Fallon. El resultado, y la gloria, pasaban a ser de Racing y la eternidad para el gol de Cárdenas.

Que maravilloso el noviazgo que hace del fútbol un deporte único, ese romance eterno entre la pelota y la red, que emociona hasta transformarse en leyenda.

¡Solo, estoy solo!, ¡pasalaaaaa! - La cara del Tano Pezotto se transfiguró de furia cuando vio que el Rubio Fernández había pateado al arco a pesar de que él estaba en una posición muchísimo mejor.


¿Estás loco vos?, no te vi, ¿qué te pasa?... - le respondió el Rubio de mala gana. El Tano se le estaba yendo al humo cuando los demás jugadores lo tuvieron que agarrar para pararlo. En cierta forma, el Tano tenía razón. Un oportuno silbatazo los paró en seco. Extraído de la antología “Yo, deportista”.

Por Luis Burgos
@chichongo

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