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Por: Facundo Ronchel
Twitter: @Facundo_Ronchel


Si hay un equipo que verdaderamente tocó el cielo con las manos, ese fue el Club Atlético Boca Juniors. Un día como hoy, 28 de noviembre, pero de 2000, el Xeneize conquistaba el mundo por segunda vez en su historia, nada más y nada menos que ante el poderoso Real Madrid, plagado de figuras.

Palermo y Riquelme festejando. Viejos tiempos.
El equipo de Carlos Bianchi ese día formó con Oscar Córdoba; Hugo Ibarra, Jorge Bermúdez, Cristian Traverso, Aníbal Matellán; Sebastián Battaglia, Mauricio Serna, José Basualdo; Juan Román Riquelme; Marcelo Delgado, Martín Palermo. En el banco, estuvieron esperando su chance Roberto Abbondanzieri, José Pereda, Julio Marchant, Gustavo Barros Schelotto y Antonio Barijho. En el segundo tiempo, a los 42 y a los 45 minutos, ingresaron Guillermo Barros Schelotto y Nicolás Burdisso, reemplazando al Chelo Delgado y a Sebastián Battaglia respectivamente.

Por el lado del conjunto español, dirigido por el reconocido técnico Vicente Del Bosque, estuvieron: Iker Casillas; Geremi Njitap, Fernando Hierro, Aitor Karanka, Roberto Carlos; Claude Makelele, Iván Helguera, Luis Figo; Guti, Steve McManaman; Raúl González. En el banco, aguardaban alguna posibilidad de ingresar César, Iván Campos, Michel Salgado, Santiago Solari y Flavio Conceincao, ya que Savio y Morientes ingresaron por McManaman y Makelele. 

El árbitro del partido fue el colombiano Oscar Ruiz, de larga y exitosa carrera, sobre todo en finales de este tipo.

Los argentinos tuvieron que levantarse muy temprano, cerca de las 6:30, ya que media hora después comenzaba el partido en el Estadio Nacional de Tokio, Japón. Alrededor de 10 mil Boquenses asistieron al partido, récord de espectadores concurrentes a tantos kilómetros en América. Pero levantarse temprano no fue un sacrificio, ya que un jóven Martín Palermo en menos de seis minutos ponía el partido 2-0 para sorpresa de todo el mundo. El primero, con un gran desborde del Chelo Delgado. El segundo, con un excelente pase de un Juan Román Riquelme inspiradísimo. Pocos minutos después, Roberto Carlos puso suspenso con un golazo para sentenciar el partido 2-1.

Si hay un día que Riquelme se recibió de ídolo, ese fue el 28 de noviembre de 2000, donde pisó la pelota en reiteradas oportunidades, generando faltas para ganar tiempo, y pases oportunos entre líneas. En el fondo, Bermúdez y Traverso no tuvieron tanto trabajo gracias al gran despliegue del Chicho Serna con Battaglia, que no permitieron que los peligrosos volantes del conjunto Merengue pasen a esa zona del campo de juego.

Caravana en las calles. Locura y fiesta.
Y en Argentina no pasó desapercibido: a pesar de ser un día laboral, cerca de un millón de personas se concentraron en las calles del país para celebrar el histórico triunfo. Boca era el mejor del mundo por segundo año en su historia (luego lo conseguiría en el 2003 ante el Milan, por penales). Carlos Bianchi, que ya era ídolo en Vélez, pasaba a ser el Virrey que es hoy, capaz de soportar un año malo en el equipo de La Ribera. Los hinchas no olvidan.

Cuando el Xeneize regresó de Japón al aeropuerto, tardaron 6 horas en llegar de una punta de la ciudad a la otra, dando crédito a que el hincha, en caravana, no dejaba pasar el micro. En reiteradas oportunidades los jugadores agradecieron, vestidos con kimonos típicos de Japón, desatando la fiesta en las calles porteñas.

Boca Juniors comenzaba su etapa de oro, la gloriosa. Al año siguiente conseguiría conquistar América pero se le escaparía la del mundo frente al Bayern Munich. Sin embargo, dos años después de ese partido tendría revancha ante el equipo italiano. 

Boca, otra vez Boca, se coronaba hace 13 años campeón del mundo y tocaba el cielo con las manos... Prohibido olvidar.

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