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Arriba: Buglione, Chabay, Russo, Basile, Roganti y Carrascosa 
Abajo: Houseman, Brindisi, Avallay, Babington y Larrosa 

Ese 16 de setiembre de 1973, no fue un domingo cualquiera para la gente de Huracán. Un día gris, sin sol, pero esto no importó mucho. El barrio estaba ansioso, Avda. Caseros se veía más blanca que nunca, camisetas, gorros, vinchas, cualquier trapo blanco sirvió para demostrar esa pasión por los colores del club. Es que la espera se hizo larga y podía terminar esa misma tarde. Si el “Globo” le ganaba a Gimnasia de La Plata o si Boca, su inmediato perseguidor perdía, finalizaban 45 años de sequía.

La historia dice que este equipo se comenzó a formar con la llegada al club de Cesar Luis Menotti, una apuesta audaz del presidente de esa entonces, Luis Seijo. Un año antes se empezó a vislumbrar el embrión del gran equipo que explotó en ese metropolitano del ’73. Terceros en el metro del ’72 con la delantera más goleadora y los dos máximos artilleros del certamen (Brindisi 21, Avallay 17) marcó una mejoría notable, consolidándose el mediocampo (Brindisi, Avallay y Babington), con el aporte inteligente y talentoso de Omar Larrosa y el equilibrio de Francisco Russo. Carrascosa, Fanesi y Chabay fueron refuerzos con experiencia en el fondo. También llegó un puntero derecho; René Orlando Houseman, hábil, pícaro, desfachatado y genial. El “Loco” fue un jugador espectacular que fue determinante en lo que sería un año inolvidable para Parque Patricios.

La presión fue inmensa, Huracán era un club grande y que a comparación de los otros grandes, no había podido salir campeón en el profesionalismo del fútbol argentino ni una sola vez. El palacio Tomas Adolfo Ducó fue escenario del último pasito que le faltaba al “Quemero” para mantener la diferencia, que se tornaba inalcanzable a dos fechas del final. Huracán comenzó el partido muy atado, nervioso, el peso de lo que estuvo en juego lo maniató. Gimnasia por el contrario, jugó sin expectativas, no tenía nada que perder. Cuando terminó el primer tiempo con el marcador en blanco, todos miraban el tablero (manual y de chapa) que marcó Vélez 1 Boca 0. Este resultado consagraba al “Globo” campeón pero aún restaban 45’. El “Lobo” seguía dominando el juego, al pueblo “Quemero” hasta le costaba hasta respirar y el empate de Boca agregó una dosis extra de angustia. Pero 10 minutos después otro gol de Vélez les devolvió el alma al cuerpo y la algarabía reinó en el Ducó. Gimnasia ponía empeño en aguarle la fiesta y a falta de 25’ puso el 2 – 0, poco importaba en realidad ya que perdiendo igual se ganaba. Larrosa de penal puso el descuento a los 85’ y allí la gente invadió el campo de juego, Boca había perdido y sí Huracán, por fin, Campeón. Fue un Carnaval en primavera, que comenzó con el marco espectacular del Tomás A. Ducó y se extendió hasta bien pasada la madrugada, invadiendo con alegría incontenible las calles del barrio. Un equipo de fútbol que quedó en la memoria de todos los amantes del buen juego. Inteligencia colectiva, capacidades individuales que fortalecieron el conjunto, cierta dosis de belleza y contundencia, se aunaron tras la idea futbolística de su técnico y que a partir fue un referente futbolístico insoslayable.

Este día 16 de Septiembre pero de 1973, Parque Patricios, Pompeya, Soldati, toda La Quema en sí, festejó su primer campeonato profesional de fútbol. Y muy fuerte resonaron algunas estrofas, del genial poeta, Julián Centeya

Cualquiera sea la suerte que a tus colores salga
las buenas y las malas son cosas que se dan-
de frente a aquel que talle, por más que pose y valga
elevarás el globo al grito de: HURACÁN!!!


Por Luis Burgos





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