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A poco tiempo de finalizar la mitad de la temporada, el Dortmund intenta reponerse de las continuas lesiones. Los sustitutos cada día se adaptan mejor. A continuación, un repaso por el juego en la actualidad borusser.


Entre la brillante campaña pasada, sumado a los años de trabajo que ya lleva con el actual cuerpo técnico, ocurrió un oasis hasta el presente de esta temporada que, más allá de todo, lo tiene ahí arriba. Después de dos años a máximo nivel, y gestarse como una potencia mundial, el Borussia Dortmund tiene la necesidad de responder. Para seguir siendo considerado de elite, deberá saber asentarse ante los problemas que la realidad le depara, y hacerse fuerte aún con esos contratiempos.

Hasta el momento, el camino es el adecuado, si bien el juego sufrió lógicas consecuencias de demasiados golpes a principios de la 2013/14. Cuando el equipo menos lo esperaba, se lesionó su estrella, el líder de este equipo, Ilkay Gundogan, en un partido con la selección. El volante solo jugó la Supercopa alemana ante el Bayern Munich, el primer partido del año futbolístico, y desde ahí no pisó más una cancha. Se dice que podría volver en enero, pero sin duda fue la baja más sensible.

Antes de ahondar en todos los lesionados que tuvo el plantel, que condicionaron notablemente el funcionamiento del equipo, es conveniente ir por partes. Las formas de Gundogan lo hacen un jugador clase A. Es un distinto, con destino de otras ligas, más allá que con la camiseta borusser ya se hizo gigante. Solamente con poco más de dos décadas sobre sus espaldas, fue el líder de un equipo que a poco estuvo de alzarse con la Champions League. Su fútbol es esencial para el elenco que dirige Jurgen Klopp, de hecho ha sabido adaptarse a varias posiciones con el objetivo de mejorar el nivel colectivo.
El mediocampista de Gelsenkirchen se inició como un jugador componente del doble pivote en la medular, pero con más desprendimiento que su compañero en el centro. Ejercía desde allí de compañía para el organizador, que en su momento fue Mario Gotze. Juntos, vale recordar, armaron una dupla trascendental. Se entendieron a la perfección. Pero Ilkay también supo reemplazarlo al ‘10’, y actuó en su momento de mediapunta por el centro, con hombres bien abiertos a sus costados. Otro lugar en el que Kloppo lo ubicó fue como segundo delantero, siendo el principal artífice de la asfixiante presión en la salida rival, junto a Lewy.

Lógicamente, ante su baja, el Dortmund sufrió mucho para volver a las raíces. Su reemplazante natural fue Nuri Sahin, aunque el turco, más allá de su gran trato de balón y su gran pegada, no tiene las mismas virtudes ofensivas que su sustituido. Buscar nuevas construcciones ofensivas fue un grave problema para el entrenador, a lo que también se sumó la baja de Gotze y el cambio de la fisonomía de los ataques con el armenio Mkhitaryan, de desplazamientos un tanto más lentos.
Al ex Shakhtar Donetsk le costó la adaptación a Westfalia, aunque siempre demostró pinceladas de su inconfundible talento. De todas maneras, esa orientación de Mkhitaryan con el equipo se observa en los últimos encuentros. Un ejemplo es el juego ante Napoli, en el que estuvo de maravillas, desarrollando su mejor partido desde que se incorporó al club, siendo siempre salida, organizando al equipo, con velocidad, asistiendo a Lewandowski, y sin marcar su gol por poco.

El Dortmund encontró en la profundidad por banda y la conducción de Reus el aire que le faltaba en la generación. Porque Kuba Błaszczykowski siempre es apoyo por banda derecha, y se lanza al ataque haciendo toda la banda. Mientras tanto, otro de los refuerzos que sumó el equipo, Pierre-Emerick Aubameyang, también sufrió la lógica aclimatación, pero de a poco, y sin dejar pasar tanto el reloj, se va sumando. Justo lo que necesita Klopp, que el juego colectivo se haga cada vez más fluido ante los constantes lastimados. El gabonés siempre hizo un surco cuando le tocó jugar, hizo gala de su notable velocidad de Fórmula 1, pero le faltó asociarse al circuito de juego. Eso, de a poco, lo fue alcanzando con el correr de los partidos, y hoy se suma a la concepción de las jugadas, sin dejar de lado su rapidez por el costado, y demostrando su gran pegada en tiros libres.

Por otro lado, el sector defensivo fue, y es, el más golpeado de este equipo. En el Signal Iduna Park las preocupaciones se frecuentaron sobremanera a medida que las malas noticias se fueron encimando una tras otra. Antes de comenzar la temporada, el lateral derecho Pizczek sufrió una lesión, y recién en estos días vuelve. Por el otro flanco, Schmelzer también tuvo un segundo semestre anual con muchas ausencias.

En ese sentido, con dos laterales ‘inventados’, el elenco se amoldó. Primero, con Grosskreutz, que siempre ha sido volante. Le faltó cierto criterio en la proyección, pero aportó seguridad defensiva. En tanto, en la otra banda, un ex atacante de 21 años fue transformado en marcador de punta izquierdo por las necesidades. Se trata de Erick Durm, quién respondió a las expectativas.

Igualmente, la zaga central no se quedó atrás. Y he aquí donde reside el problema más sideral. Más allá de la cantera y su inagotable gestión de nuevas figuras, el Borussia solo cuenta con tres centrales. Los dos titulares, Subotic y Hummels, se lesionaron al mismo tiempo, y en una etapa fundamental de la temporada, en la que se pone en juego avanzar a octavos en Champions, y no perderle pisada al Bayern Munich en la Bundesliga. El serbio tuvo doble rotura ligamentaria, y no volverá en lo que resta de la campaña. A Hummels lo esperan para enero, como a GundoganLa gran noticia que tuvo el equipo fue que el tercer central, el griego Sokratis, funcionó de la mejor manera conforme fue pasando el tiempo. Un tanto dubitativo, en sus primeros partidos de titular salía muy lejos a cortar y dejaba grandes espacios a su espalda. Pero fue adquiriendo timming, y con ello fue aumentando su nivel y la valoración de la Sud Tribune. Pero hay otra adversidad, y tiene que ver con su acompañante en la zaga.

Un jugador retirado hace un mes, el central Friedrich, retornó por exclusivo pedido del club ante la falta de jugadores en su posición, y después de muy pocas prácticas le tocó debutar ante el Bayern, en un partido en que el Dortmund salió con una última línea jamás vista. Ese partido le pesó al ex futbolista de la Mannschaft, que hacía rato que no jugaba: estuvo demasiado impreciso en la salida, un aspecto clave en el juego borusser, tampoco jugó bien en largo y siempre que fueron por su sector terminó sobrepasado. Lleva poco tiempo, y ante las ausencias obvias, tendrá tiempo y posibilidades para recuperarse.

El Dortmund es un equipo que, a segundos de haber recuperado el balón, ya organizó una contra con una transición ofensiva envidiable. Cuando uno recupera, sus compañeros se eyectan hacia arriba intentando ocupar sus posiciones y ser apoyo. Los movimientos en conjunto están aceitados de una forma terrible, el entendimiento es profundo, y la clave es que los hoy reemplazantes de las figuras del pasado año entienden cada vez mejor esa idea.

Las lesiones jugaron un papel preponderante en la baja del ritmo vertiginoso del BVB. Supo suplir eso con la categoría excelsa de Lewandowski –capaz de parar cualquier balón- el orden en el centro del campo, la habilidad de Reus, la gran complementación y el entendimiento cada vez más profundo con el colectivo de Aubameyang y Mkhitaryan. En el Westfalenstadion se ilusionan nuevamente. El equipo parece adaptarse con sus nuevas bases, mientras espera finalizar el año de la mejor manera, y aguarda las vueltas de Gundogan y Hummels para la segunda parte de temporada.

Nicolás Galliari

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