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El pase del galés Gareth Bale del Tottenham al Real Madrid en alrededor de 100 millones de euros, puso en las marquesinas de modo elocuente dos temas centrales en el fútbol de hoy. El mercado de pases y el blanqueo de capitales, son íconos del fútbol moderno y globalizado. Las descomunales cantidades de dinero que mueve el deporte más popular del mundo, sin tener en cuenta fronteras y con métodos de contabilidad habitualmente discutibles, es un imán muy poderoso para aquellos que necesitan disfrazar de legalidad a sus operaciones.

“Los jugadores no son libres y ni siquiera pertenecen a los clubes, sino a conglomerados financieros, compañías o a gente, mientras que antes pertenecían a los clubes. Ahora es un holding o una empresa financiera o una persona”. Quién esto expresó no es un gremialista defensor a ultranza de los derechos de los futbolistas. Estas declaraciones pertenecen al Presidente de la UEFA, el francés Michelle Platini. Y fue aún más explícito cunado dijo: “Creo que los traspasos son robos, hoy el futbolista es más un producto que un jugador y eso me irrita porque hay un montón de gente intentando que el futbolista gane dinero para así llevarse comisiones, deberíamos pensar sobre ello e intentar encontrar algo más limpio”.

Hace escasos días el Sindicato de Futbolistas, conocido como“FIFPro”, pidió una revisión completa del sistema de fichajes, considerando que ha provocado un desequilibrio competitivo total. Es más, desde la institución alertaron que tomarán acciones legales y llevarán su queja ante la Comisión Europea, el Tribunal Europeo de Justicia y los tribunales de derechos humanos. Su Presidente el francés Phillipe Piatexpuso ante los medios sus puntos de vista. "El sistema de fichajes falla al 99 por ciento de los jugadores del mundo, falla al fútbol como industria y falla al juego más querido en el mundo", para luego agregar: "Los organismos, clubes y ligas que dirigen el fútbol dicen que el sistema de fichajes es necesario para asegurar un equilibrio competitivo, por medio del cual se crea una espiral de desequilibrios económicos y deportivos que sólo beneficia al uno por ciento más rico de los clubes y agentes de jugadores".

Parece que algo tienen en común Platini y Piat, más allá de su nacionalidad y su pasado como futbolistas, es que no se puede ocultar el sol con la mano, basta con informarse un poco para darse cuenta que el fútbol genera cantidades récord de ingresos y que pese a esto su sistema económico y normativo fracasa estrepitosamente en numerosos frentes y conducirá al deporte hacia la autodestrucción. Ejemplos hay de sobra, en el caso de la Liga Española, el Atlético de Madrid y el Valencia (club que está en venta) sólo en intereses pagan 15 millones de euros anuales, y estos son solo dos casos al azar.

Otro de los aspectos lúgubres del actual mercado es que se limita la libertad del futbolista de manera ilegal, puesto que se impone una desorbitada compensación a los jugadores por incumplir el contrato, algo inimaginable en otros sectores del mundo del trabajo. Los futbolistas son trabajadores y sólo cuando puedan disfrutar de los derechos amparados por la ley y disfrutados por otros trabajadores, podremos decir que estamos ante un sistema justo.

Millares de jugadores de todo el mundo no reciben sus sueldos a tiempo, o no los reciben en absoluto, mientras que el 28 por ciento del mercado de traspasos global (estimado en 750 millones de dólares anualmente) se paga a agentes y se pierde para el juego. “Algo huele a podrido en Dinamarca” inmortalizó Shakespeare en Hamlet, y calza como anillo al dedo en esta coyuntura.


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